domingo, 27 de noviembre de 2011

"teatralidad absoluta"

de bolivar echeverría, guadalupanismo y barroco:

para volverse cristiano (que es para él una condición de su supervivencia física), es decir, no para desaparecer o morir como americano y ser sustituido por la copia de un europeo, sino para pasar a ser europeo sin dejar de ser americano, el indio que se auto-españoliza tiene que ejercer un trabajo de transformación estructural de ese cristianismo que las circunstancias lo compelen a interiorizar: debe re-crearlo haciendo de él un cristianismo capaz de aceptarlo como un ser humano que, aun vencido y subyugado, se identifica concretamente por sí mismo en la asunción de su derrota; re-hacerlo como un cristianismo que integre positivamente su obligada auto- negación religiosa.

por esta razón, puede decirse que el cristianismo de los indios macehuales recién convertidos estaba llamado a actualizarse como un cristianismo enfáticamente mariano. debía dejar intacto, en el plano más profundo y distante del cielo, al dios uno y trino del esquema ortodoxo del mito católico -cuya vigencia lo expulsaría sin más trámite a los infiernos-; ser un cristianismo cuya religiosidad permanezca en un plano celestial anterior, absorbiendo toda su fe y su observancia ritual. este plano más acequible de lo celestial presupone al primero y esotérico, pero lo relativiza a fin de que ciertos pecados mortales puedan ser disimulados o “puestos entre paréntesis” en el balance del juicio final, pecados como, ante todo, el que está implicado en la fidelidad a un mínimo `e identidad no-occidental. se trata de ese plano o círculo celestial más cercano y menos exigente en donde reina la virgen maría.

es difícil encontrar un ejemplo más claro del comportamiento barroco que se extenderá en las sociedades latinoamericanas desde el siglo XVII que el de esta alteración de la religiosidad cristiana llevada a cabo por los indios guadalupanos de méxico en el siglo XVI. an efecto, podemos localizar –siguiendo una pista de theodor w. adorno- la esencia de lo barroco en la “teatralidad absoluta” de una representación, en el carácter de aquellas representaciones del mundo que lo teatralizan con tal fuerza que su “realidad” virtual o vigencia imaginaria llega a volverse equiparable a la realidad “real” o vigencia objetiva del mismo.

y lo podemos hacer teniendo en cuenta no sólo las obras de arte reconocidas como barrocas, en las que la “teatralidad absoluta” resulta evidente, sino también el comportamiento barroco que se extiende sobre europa viniendo del sur, en la segunda mitad -la mitad llamada “contrarreformista”- del siglo XV.

la vida terrenal del ser humano, definida por el orden establecido –por el cristianismo- como un ascenso a la salvación, como una vida dotada de un sentido positivo, es vivi`a por muchos de los cristianos escépticos de la época moderna de una manera barroca. obligados por las circunstancias, viven la vida como si ella fuera en efecto lo que dice su definición; viven una representación de esa vida sobre el theatrum mundi, sólo que, al hacerlo, se interiorizan tanto en ella, que la convierten en una “representación absoluta” dentro de la cual aparece un sentido diberente y autónomo para la vida.

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