lunes, 21 de noviembre de 2011

carta a mi madre, salvador elizondo

de salvador elizondo, noctuarios:

yo sé, madre adorada, que desde tu retrato me ves escribiendo esta carta, estás muy cerca de mí en estas horas difíciles y amargas. tan cerca que puedes leer lo que estoy escribiendo. además, ya conoces mi historia más allá del día de tu partida, hace ya tanto tiempo de esa desolación de toda una región del alma: la de tu ausencia física; pero hoy estás presente y eres más real en mí que cuando estabas viva y ya puedes discernir esa misteriosa simetría de la vida en esa realidad tuya en que todo el tiempo está presente en un instante, el tiempo que dura la caída, junto a la quintaesencia de una cirscuntancia infinitesimal por la que toda mi vida te es conocida ya. no solamente conoces mi pasado hasta este momento, también mi futuro más allá de mi muerte y el desenlace fatal, pero me pregunto si esa simetría de los hechos no es un secreto entre tú y yo.


[...]

tú eres la primera, a ti te escribo antes que a nadie para pedirte ayuda. ilumíname para entender el enigma de la rotura de la rótula derecha exactamente el mismo día, cuarenta y un años después, de la fractura de la rótula izquierda. dime, ¿por qué me arrojé al vacío? ¿qué es lo que hace que esta circunstancia te haya aproximado tanto en estos días de sufrimiento intenso, de dolor agudo y de inmovilidad o equilibro precario del esqueleto, a punto simpre de venirse abajo cuando está de pie?

[...]

¿deseo inconsciente de autoinmolación? ¿en nombre de qué?

[...]

es la hora en que se enfrían los pies. me cuesta mucho trabajo alcanzar la cobija que está en la piecera de mi cama. la otra vez me cuidaron tú y una enfermera. ahora es un poco diferente. no tengo a mi alcance más que el viejo bastón que usó tu madre en sus últimos años.

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